El poder es del pueblo y lo ejerce a través de las vías democráticas, este poder es soberano, sin embargo, es nuestra carta fundamental, es decir, la Constitución, la que sienta las bases de cómo el pueblo se regula y como se organizan y definen los poderes del Estado.
Chile ha cambiado, ha crecido, el pueblo se ha fortalecido, educado y concientizado, aumentando sus necesidades y con ello, demandando la existencia de una nueva Constitución, que se adapte a este nuevo Chile, este Chile diverso, plurinacional, paritario, democrático, inclusivo, igualitario, con regiones autónomas y comunas con mayor poder de decisión.
El estallido social despertó a miles de chilenos y chilenas y con ello, abrió las puertas a un proceso constituyente, que este 4 de septiembre tiene la oportunidad de cambiar Chile y que este país se ajuste a nuestras necesidades.
En efecto, la Constitución del 80 impide el crecimiento de Chile, y eso lo podemos visualizar frente a las distintas reformas y proyectos de Ley que sí benefician al pueblo, sin embargo, el Tribunal Constitucional, defensor de esta Constitución, los declara inconstitucional y por ende, no pueden ser aplicados. Pretender -como lo dice la derecha- “rechazar para reformar” es una utopía, ya que ese mismo grupo, no quiere compartir sus privilegios, establecer mejoras laborales ni menos pretende la gratuidad de la salud ni educación, dado que les conviene la privatización de bienes que son comunes a la gente.
El miedo es la herramienta que usan los grupos privilegiados para controlar a los pueblos, sin embargo, el pueblo actualmente se ha educado y tiene herramientas para vencer el miedo y los engaños. Esta técnica del miedo y la mentira hace que cierto sector de esta Sociedad se confunda y sienta temor en el futuro del país, sin embargo, la historia nos avala, y el hecho de dar más poder al pueblo significa un mayor control de estos grupos privilegiados quienes no quieren compartir su poder ni privilegios. De hecho, partimos desde un voto censitario donde solo la clase alta sufragaba, luego se amplió a los hombres y en 1949 a la mujer, décadas de estancamiento de una sociedad, que creía que, si se le daba al pueblo la posibilidad de elegir, la sociedad chilena iba a caer en un hundimiento. Ellos nunca creyeron en el pueblo y que éste se revelaría, sin embargo, la técnica del miedo la siguen aplicando, sin embargo, estoy convencida en que Chile vencerá este temor y avanzaremos sin miedo al futuro.
Esta nueva Constitución nos garantiza mayor control del pueblo frente al Estado, esta nueva Constitución se ajusta a la realidad actual y permite que se hagan los cambios necesarios para hacer frente a la desigualdad y falta de oportunidades que día a día nos hemos sometido.
Hemos dado el punta pie inicial, exigiendo el cambio, ahora falta que metamos el gol y aprobemos este proceso constituyente, que nos permitirá avanzar al Chile que queremos, necesitamos y merecemos.
Soy consciente y dichosa de estar viva en este momento histórico y que fue el anhelo de muchos que pelearon y ahora no están.